Abr / 08
Desde hace un tiempo, este es un tema sobre el que me he sentido muy atraída y al que me gustaría dedicar una breve reflexión.
Intrínseco al movimiento, se encuentra la pausa. Sabemos que para que la danza sea transmitida y asimilada se tiene que respirar, contrastar, pero… ¿Porqué parece costarnos tanto? Literalmente, dejamos hasta de respirar.
¿Te has encontrado a ti misma rellenando cada espacio de la música con mil pasos y nunca eran suficientes? Cuando el simple hecho de ser, de estar allí presentes, de respirar… ya transmite.
Esto es de vital importancia no solo en la danza sino en cualquier aspecto de la vida. Diariamente experimentamos en mayor o menor medida nuestra propia falta de tiempo, de silencio, de pausas, de vacío.
El hacer o tener se convierte en algo urgente que bloquea lo necesario, lo espontáneo. El simple hecho de existir y estar presentes.
Resulta curioso ver como esta temática se convierte en algo recurrente en el arte. Distintos ámbitos lo abordan, y aunque no lo parezca por su resolución formal, guardan una estrecha relación en sus conclusiones.
En cuanto a música se refiere, el silencio es tratado con la misma importancia que las notas musicales. Al igual que éstas, tiene sus signos asociados. El silencio es representado gráficamente de distintas maneras indicando mayor o menor duración dependiendo del símbolo.
En 1952, el compositor experimental John Cage decidió llevar este concepto a su máxima expresión creando una pieza basada en la ausencia de notas musicales. Bautizada como “pieza silenciosa”, esos 4:33” captaban el azar y la espontaneidad de los fenómenos no musicales comprendidos en la sala. Paisajes sonoros irrepetibles que únicamente tienen cabida en el silencio y en el aquí y ahora del momento.
El pintor Malevich, realizó la famosa obra titulada como “Blanco sobre blanco” donde expone la fuerte presencia que puede llegar a generar la ausencia. El vacío infinito que hace que lo esencial recupere su relevancia.
En todo lo referente a tipografía, caligrafía, lettering… los blancos también componen. La forma de las letras deben toda su importancia a las silenciosas contraformas blancas sobre las que reposan haciendo que cada palabra o frase pueda ser entendida y captado su mensaje.
En el performance, grandes artistas como Marina Abramovic entre otros lo trabajan de manera muy interesante, pero no me extenderé más.
A la conclusión que pretendo llegar con todo esto es que, creamos según quienes realmente somos, y en el momento en que nos encontramos. Danza y vida van unidas y por tanto, RESPIRA. Respira la vida, cada situación, cada momento, y por supuesto, cada paso en el escenario. Disfruta.